Levanta
Día con día crecen los casos de violencia doméstica a través de sus diferentes formas de abuso. Algunas son denunciadas y otras no. Las propuestas presentadas son bien intencionadas, pero algunas veces insuficientes. Levanta propone una abordaje a víctimas y victimarios de violencia doméstica desde lo más profundo del corazón, donde solo Dios puede llegar. ¡Conversemos!
Levanta
#259 - Nuestro proceso colaborativo contra el adulterio - II Parte
Dios es amor (1 Jn. 4:16), pero Su amor no es permisividad ilimitada, sino que se expresa también en límites relacionales muy claros y firmes. Los límites de Dios no son un obstáculo para la comunión, sino el marco que la hace posible y saludable. Cuando vivimos en el amor de Dios, aprendemos que los límites no son lo opuesto al amor, sino expresiones de protección relacional. Así como Dios nos cuida estableciendo fronteras que preservan nuestra comunión con Él, también nosotros somos llamados a colocar límites internos que nos recuerden nuestra identidad en Cristo frente a la auto-desvalorización y límites externos que nos permitan amar al prójimo sin confundir amor con rescate o control. Esta verdad cobra aún más relevancia cuando hablamos de la violencia doméstica, donde la ausencia de límites sanos distorsiona el amor y lo convierte en daño y control. Reflejar el carácter de Dios, que es amor y a la vez establece límites, es el camino para relaciones que crezcan en respeto, intimidad y verdadera comunión.
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